La parca

No era un motivo. Eran tantos que cada mañana que pasaba podía escribir uno más.
La presión me tira para abajo o me aplasta.
Somos seres hechos de contradicciones. Estamos cada vez más lejos. No entiendo si duele la distancia o si los recuerdos en los que te tenía tan cerca me están quemando.
Voy a morir al fin. Como vos. Como todos. Y cada palabra que escriba va a ser tan banal como esta lagrima que esta cayendo sobre mi mejilla. Me duele la idea de que desapareciste. Pero las ideas no deberían doler. O si? Las ideas sangran

A veces nada me importa. Y me invento motivos para hacer que si. Que estoy bien, enterita, sabiendo que se todo, con paso firme, con la posta
posta
           posta

Pero posta, que si me ves por adentro, soy el polvito
de los libros
que hace mucho no abro.




Comentarios

  1. No es que engañe a alguien ni me esté engañando. No se trata de escribir una composición sobresaliente o que como lazo te envuelva y te traiga de vuelta. No, no es nada de eso.

    Es ''algo''. Este algo tiene personalidad propia. Y tiene formas sádicas, una morfología preparada para hablarte donde no lo podés ignorar; de formas que no podés simplemente dejar pasar, recordándote, como de casualidad, que existe, haciéndote tomar conciencia de cosas que no tenías idea de que estaban ahí, alumbrándolas para que las veas por mucho que trates de mirar para otro lado.

    No es que este ''algo'' sea un doble carácter, o un mensajero ajeno del destino o de alguna salsa parecida que llegó de casualidad. Este ''algo'' se las arregla para existir. Simplemente para estar ahí, dislocado, para hacerte tomar conciencia cuando estás mirando, por un momento, otra cosa, de que sigue ahí y que no insinúa - ni quiere, en absoluto - que se vaya a ir.

    Tiene forma de lazo negro con espinas envuelto alrededor de las entrañas, a la altura del pecho; tiene forma de dolor. Tiene forma de lágrimas. Tiene forma de tristeza.

    Me he acostado abrazándome a mi mismo, hecho un ovillo, y me he levantado empapado en mis propias lágrimas. Ese ''algo'' no tiene piedad. No tiene compasión o intención de dejar ser.

    Y ese ''algo'' gusta, morbosamente, de contarme mis recuerdos. Tiene una habilidad fotográfica para hablarme de cosas que pasaron. Se pone de acuerdo con mi piel para que vuelva a sentir, como cosa del momento, horrorosamente todas las sensaciones que fueron preciosas, irremplazables, esperadas y grabadas a fuego cuando tomaron forma, después de que el anhelo clamara a gritos su venida, sin conciencia ni idea de lo que iban a desencadenar.

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  2. El problema no es el ''algo'' - tantos lo llevan, muchos sin darse tanta cuenta-, sino la zaña que tiene aquél, condenadamente obstinado, para no dejarme ser sin olvidarme, sin refugiarme en el descanso o en el aire mismo; tirándome, implacable, estrellándome contra lo que tiene cerca con tal de que no deje pasar y de haceme sentir, tal vividez ocurrió, cada cosa que tiene para mostrarme.

    Hay un tesoro puntual del que le encanta hablarme. Es uno de mis favoritos. De una forma morbosamente sórdida, lo disfruto, cada vez que me lo cuenta. Me dejo navegar, en la bruma, con cada sensación que, impasible, deja acontocer acorde a sus intenciones.

    Fue un momento en el que estuvimos los dos. Más bien un momento en que te diste vuelta. De esto también te acordás.
    Te diste vuelta y tu mejilla quedó rozándome el pómulo. Tus pestañas, tus labios a milímetros de mi boca.
    ¿Sabés? Me quedó grabado en la piel. Este ''algo'' cumple su trabajo de forma sórdidamente efectiva.
    Yo pensé que todas las cursiladas de las que tantos quejicas se dedicaron a escribir eran simplemente exageraciones, ''traumatizaciones'', si vale, de insensatos que dedicaban su vitalidad menguante a hecharle sal a todas sus heridas.
    Pero, realmente, ocurre de esa manera. De la exacta manera en que tantos de estos quejicas insensatos se dedicaron a describir; tal como sus cursiladas languidecientes, que aparentaban sin sentido.

    No me puedo olvidar la sensación de tus dedos. No me puedo olvidar de los gritos de tus ojos. No me puedo olvidar de vos, en ninguna de tus formas, puesto me dolés en todo el cuerpo.

    A pesar de que los meses pasaron, en mi mente a cada momento sigo haciéndote el amor. Seguimos enredados en el nudo gordiano en el que nos metimos, impasibles, en el condenado sofá. El tiempo se negó a seguir, y tengo tus sensaciones a flor de piel.

    En este tesoro que el ''algo'' irremisciblemente me redacta, se tildó el tiempo. En la bruma luminosa que tapaba todo de la vista, cálida, protegiéndonos de toda realidad, nos dimos un beso, y de ese beso no hay forma de escapar.

    El ''algo'' me grita, aturdiente, que el día que desapareciste sin más me quebré, trayéndolo a existencia, y no puede descansar. Resentido me punza pidiéndome algo que no tengo manera en absoluto de darle, sin piedad, torturándome sin parar.

    Ese ''algo'', pequeña, es la horrorosa manera en que te extraño. Quién pensó que se podía, mas se puede. Naufragar entre cenizas.

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  3. --------------------------------------------------------------------------------------------

    Empero, pasado y pisado, y otro poco quemado y dejado atrás, fué verano, fué invierno, y verano nuevamente. Un día, mirando el cielo, me di cuenta de que me sentía liviano, y había pasado lo que aparentaba quedarse para siempre. ¿Quién diría? La lluvia también puede lavar el polvo.

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