El tiempo del mundo.
"Estar vivo significa vivir en un mundo que ya existía antes de que llegásemos a el y que sobrevivirá tras nuestra partida. Considerando la existencia como simple y llanamente estar vivo, aparecer y desaparecer, al ser fenómenos recurrentes son los acontecimientos primordiales que, como tales, marcan el tiempo; es decir el lapso que transcurre entre el nacimiento y la muerte. La duración de vida de cada criatura determina no solo su esperanza de vida sino su propia existencia del tiempo, es lo que proporciona el prototipo secreto para todas las mediciones temporales, por mas que estas puedan trascender el tiempo de vida medio, tanto hacia el pasado como hacia el futuro. Es por eso que la experiencia vital de un año varia radicalmente a lo largo de la vida. A un niño de cinco años le debe parecer mas largo un año de vida, que en ese momento constituye una quinta parte de su existencia, que a una persona que ese mismo periodo de tiempo tan solo represente una vigésima o trigésima parte de su vida en la Tierra. Todos experimentamos como los años se nos pasan cada vez mas aprisa a medida que nos vamos haciendo mayores hasta que, en los umbrales de la vejez, empiezan a parecernos mas largos, ya que comenzamos a medirlos en relación con la fecha de nuestra muerte, que empezamos a predecir somática y psicologicamente. Frente a este reloj, inseparable de los hombres que nacen y mueren, se alza el tiempo objetivo según el cual la duración de un año jamas cambia. Este es el tiempo del mundo, que lleva implícita la noción de cualquier convicción científica o religiosa, de que el mundo no tiene principio ni fin, una afirmación que solo le puede parecer natural a seres que hayan venido de un mundo que les precedió y que seguirá ahí después de haberlo abandonado."
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